lunes, 15 de abril de 2013

Maratón de París (3): sensaciones

Sensaciones una semana después del maratón

Lo que describo aquí es ¡tan parecido a lo que he leído multitud de veces en otros corredores! Los mismos retos por superar (cada uno el suyo), los mismos obstáculos, la misma obsesión por el ritmo (cada uno el suyo), las mismas decepciones y esperanzas. Pero tiene algo diferente. Es lo que me pasó a mi (aunque sea parecido a lo de tantos maratonianos) y me ocurrió en París (aunque tantos corrieran en París)... El maratón es siempre el mismo y diferente.



La semana post-maratón ha sido similar a la de la ocasión anterior: un par de días de molestias en las piernas, caminar lento y ciertas posturitas raras para subir y, sobre todo, bajar escaleras. Otro par de días más o menos recuperado, pero con pocas ganas de hablar de ello y sin pensar siquiera en salir a correr y otro par de días en los que comienza a apetecer salir a trotar un rato.

Ayer, una semana después de su primer maratón, recibí un mensaje del amigo Pedro: "El de Roma es en marzo el año que viene..." ¡Se ha quedado con ganas el amigo!

Viaje, turismo y feria del corredor


Pero describamos brevemente la aventura completa.

Salida de Madrid el viernes a primera hora (hubo que madrugar). Llegada sin incidentes, paseo en torno al hotel, comida (pasta), paseo por las Place des Vosges y descanso. Por la tarde quedamos para ir a la Feria del Corredor. Grande. Con multitud de publicidad de maratones (entre los españoles, vimos el de Barcelona y el de Valencia) y ultras varios. Con mucha presencia de marcas (Asics dominando) pero sin ofertas. En mi opinión, poco interesante. Afortunadamente la entrega de dorsales es rápida; sin colas ni esperas.

Feria del corredor del maratón de París. Foto de reportera Maripepa.
El resto del viernes terminó con un buen paseo y cena temprana.

El sábado era día de turismo, pero con cuidado de no terminar cansado. Comienza con una visita al Louvre que sólo puede ser una pequeña introducción (ya volveremos). ¡Impresionante! Un paseo por las inmediaciones de la Place Vendome y metro hacia el barrio latino, para comer en un restaurante pequeño y agradable al que nos lleva el amigo Pedro, nuestro guía en París. Tarde por el Marais y fin de día visitando la zona de salida del maratón, acordando puntos de encuentro y cenando pasta.

El maratón


Se sale de los Campos Elíseos. 40.000 corredores son una multitud impresionante, pero los Campos Elíseos son una avenida impresionante también. La salida parece bien organizada: por cajones, bien identificados, suficientemente amplios... Hace frío.

Nuestra salida está anunciada a las 8:45h. Poco antes de las 8:30h nos despedimos de nuestros acompañantes, nos metemos en nuestro cajón e intentamos no enfriarnos mucho. No hacemos calentamiento, sólo algunos estiramientos suaves. Tras oir la salida de los corredores de élite (los corredores de verdad), empezamos a notar la inquietud de la salida inminente... Pero no es inminente. A las 9:00h todavía no se había dado nuestra salida. No sé qué pasó, pero lo que sí sé es que la salida se dio con 25min de retraso (registro en mi reloj: 9:10am). Eso no me gusta. Una organización que, en  muchos aspectos fue casi ejemplar, falló (no sé porqué) en algo esencial: no dejar de pie a 2 ó 3ºC durante media hora a los corredores que van a hacer un maratón, además sin informar de nada...

Pero cuando se da la salida, todo se olvida. Nuestras intenciones (primer maratón del amigo Pedro y segundo mio, pero con menos entrenamiento que el primero) son claras: no importa el tiempo que hagamos, importa terminar el maratón. Salimos juntos, concentrados, sin demasiada aglomeración a pesar de la multitud de corredores. Con manga larga (hace frío); sin amenaza de lluvia. Un buen día para hacer un maratón.

Primeros kilómetros por recorrido monumental y ¡mucha animación en las calles! Mucha más que en el maratón de Madrid. Nuestro ritmo, en torno a 5:45/km, estable, sin altibajos, y moderado. En el km.9, primer saludo a la familia y aprovechamos para quitarnos la manga larga. El sol calienta tímidamente. Nos adentramos en el Bois de Vincennes, donde aprovecho para hacer una pequeña parada fisiológica (como cientos de corredores). El amigo Pedro continúa, pero lo alcanzo un par de kilómetros más adelante. Primera ampolla de glucosa. Continuamos juntos, a ritmo estable.

A mitad del tramo que se hace por esta zona verde de París, en torno al km.14, comienzan a dolerme las piernas. Se lo comento al amigo Pedro (él va bien). ¡Es muy pronto! Está claro (ya lo sabía) que en la segunda mitad del maratón voy a pasarlo mal.

En la salida del Bois de Vincennes, km.19, vemos de nuevo a la familia. ¡Qué alegría proporciona! En ese momento no lo sabíamos pero ya no volveríamos a encontrarnos hasta después de la llegada... ¡Demasiado público para vernos! Nueva ampolla de glucosa (la última para mi). No desaprovechamos ningún avituallamiento: agua, isotónica en algunos), gajos de naranja y trozos de plátano. Bien organizados. Pero en este punto hago mi segunda crítica grave al maratón de París, aunque en esta ocasión no achacable a la organización. ¡Gran cantidad de corredores tiran las botellas, tapones y cáscaras de naranja y plátano en el propio recorrido! ¿No se dan cuenta de que por detrás vienen otros miles de corredores? ¿No pueden usar la gran cantidad de contenedores que había para ello? ¿No puede al menos arrojarlas en los bordes de la calle? Más de un corredor pudo resbalarse con esa mezcla de agua, tapones y cáscaras de plátano.

El paso por el medio maratón lo hacemos en 2h01:28. Lo que yo le repetía al amigo Pedro es que no debíamos bajar de las 2h ¡cumplido! Vamos bien. Pero ¡aún no ha empezado la carrera! Seguimos manteniendo el ritmo de 5:45 casi exacto.

Volvemos al París monumental. Corremos junto al Sena. En el km.25 habíamos quedado de nuevo con la familia, pero no los vemos. Yo empiezo a estar realmente cansado y me duelen las piernas, pero aún no tengo sensación de agotamiento. Nos queda la ilusión de ver a la familia en torno al km.30 (cerca de la Torre Eiffel) ¡pero tampoco los vemos!

Ya estamos en "territorio desconocido" para el amigo Pedro. Y empezamos a notarlo los dos. Nuestro ritmo se ralentiza a 5:50-6:00/km. ¡Pero es ahora cuando empieza la carrera! A partir del km.30 Pedro se va quedando un poco rezagado. Yo voy con pocas fuerzas, pero sin querer me voy alejando de él. Cada poco voy mirando hacia atrás y esperándolo: sé que los últimos 12km son muy duros si vas agotado y solo. Pero al llegar al km.35, ya en el Bois de Boulogne, dejo de ver a Pedro a pesar de ir muy lento.

Quedan 7km y estoy agotado. Comienzo a pensar en lo que me queda y 7km se me antoja interminable. Cada kilómetro se me hace más largo. Al mirar después el ritmo registrado por mi reloj veo que los kilómetros 36 y 37 los hice a cerca de 6:30/km... un poco más rápido que caminar...

Quedan 5km. Aún es mucho. Sigo agotado. La tentación de continuar andando es intensa (muchos van andando a mi alrededor), pero ya la he sentido antes con mucha intensidad. Sé que lo único que puedo hacer es seguir corriendo y aguantar. Los kilómetros pasan muuuy lentamente.

Consigo aguantar. Continúo a ritmo de 5:55/km. La meta se va acercando. Me duelen las piernas y voy sin reservas.

Último kilómetro; a la meta se entra por una amplia avenida abarrotada de público animando. Voy agotado, pero ¡consigo terminar! Ni reloj, ni cronómetro, ni tiempo. Lo único que me importaba era llegar.

Llegada y salida


Entro en meta un poco desencajado. Me cuenta trabajo seguir caminando y hay mucha gente. Voy pasando por los diversos puestos: camiseta y saco de plástico para abrigarse (aunque ya es la una de la tarde, aún hace frío); agua, trocito de plátano, otro botellín de agua, medalla, isotónica... ya no tengo más manos para coger cosas y no me da tiempo a tomármelas/colgármelas mientras sigo andando hacia el punto de encuentro donde habíamos quedado: el habitual, el punto G. No me cuesta encontrarlo pero ¡qué lejos queda! y ¡cuánto cuesta llegar a él!

Cuando llego al punto G veo una multitud que se agolpa, se empuja (no diré que vibra, por si alguno confunde la temática del blog). Creo que todo el público y todos los corredores han debido quedar en el mismo punto (de las narices... o de donde sea). Estoy muy cansado. Hace un rato lo único en lo que pensaba era en la llegada a la meta; ahora sólo pienso en la salida de la zona de meta.

Afortunadamente ¡me encuentran y me rescatan de allí! (entre empujones para que una multitud de miles de personas salgan por una puerta en la valla de un par de metros... ¿no se puede organizar esto de otra forma?)

El abrazo con la familia me sirve de recuperación y consuelo. Tras sentarme un rato y ponerme algo de abrigo empiezo a ser yo de nuevo.

Unos minutos después nos reencontramos con Pedro. Ha entrado 7 minutos después y lo veo mucho mejor que yo. Cansado por con fuerzas y con ánimo. ¡Bien por él! ¡Ha completado su primer maratón!

Mientras termino de escribir esto me sorprende la noticia de las explosiones en la línea de meta del maratón de Boston, se habla, en principio, de dos muertos y 23 heridos. Dejo de escribir.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por tu maratón de París! Costó salir, costó llegar y costó volver a salir pero lograste añadir una muesca más a tu curriculum. No creo que haya maratón fácil.

    Triste noticia lo de Bostón y malnacidos quienes atentan de esta manera contra la vida.

    ResponderEliminar