Carrera de la Ciencia. La carrera va más rápido que yo

Domingo 16 de octubre de 2011, 7 menos 10 de la mañana. Suena el despertador y el primer pensamiento no puede ser otro. Hay que estar un poco loco para levantarse un domingo a esta hora para ir a correr, después de la semana que he tenido. Inmediatamente, para evitar la tentación de remolonear un rato y que se me haga tarde, me pongo en pie y me voy a preparar un café que me despierte.
Mientras desayuno para que no dé una pájara observo por la ventana que sólo un par de ventanas del bloque de enfrente están encendidas. Me visto con la ropa que había dejado preparada el día anterior intentando hacer el menor ruido posible y salgo a la calle. Me cruzo con algunos jóvenes que vuelven de la juerga del día anterior y me acuerdo de la canción de Sabina cuando dice: “ambiguas horas que mezclas al borracho con el madrugador”. Muy poca gente por la Castellana, pero cuando empiezo a subir Joaquín Costa, empiezo a notar el ambiente de la carrera. He quedado a las 8 con Alberto (Trotón Al) en la esquina del Pabellón. Conozco bien la zona. Mi mujer es científica y trabaja en el edificio de al lado y mis hijos fueron a la guardería del Consejo. Me trae muy buenos recuerdos de profesoras llenas de cariño y de interés por los niños. Como siempre, Alberto muy puntual. Nos saludamos y nos vamos a recoger los dorsales. Empieza a amanecer y poco a poco la luz le va ganando la partida a la oscuridad. Estupenda organización, teniendo en cuenta el número de corredores. A penas tardamos medio minuto en recoger el dorsal. Nos vamos al coche, que había dejado aparcado cerca la noche anterior, y dejamos sudaderas, nos colocamos los dorsales y el chip y nos ponemos a calentar un poco. Alberto me comenta que en esta carrera es bueno hacerlo, pues se sale muy rápido. La primera parte del recorrido es cuesta abajo y hay que intentar aprovecharla. Estiramos un poco, mientras comentamos diferentes cosas (Migue corre hoy la medio maratón de Motril, Carlos quiere empezar ya a hacer series, etc) y nos colocamos bastante cerca de la salida. Poco a poco a nuestro alrededor se va acumulando la gente. Un luminoso nos indica el tiempo que falta para el comienzo. Diez minutos, Cinco minutos. Alberto propone que, contrariamente a lo que solemos hacer, cada uno haga la carrera a su ritmo. El objetivo es bajar de 50 minutos. Yo no tengo buenas sensaciones. No he entrenado lo que debería y la semana ha sido especialmente dura en el trabajo. Alberto, me da la impresión de que tiene sensaciones parecidas a las mías.

Comienza la carrera y salgo muy rápido. Me dejo llevar por el ritmo de la gente. Alberto, más experimentado, se reserva. No dejo de disfrutar de la sensación de correr por el centro de Madrid sin coches. Bajamos Serrano y llegamos casi a la puerta de Alcalá. No me funciona (o no he puesto bien) el cronómetro, por lo que voy despistado en cuanto a tiempo y a ritmo. Noto que voy muy rápido, excesivamente rápido. Veo el cartel de 2 kilómetros y yo ya voy agotado. Todavía quedan 8 y la mayoría cuesta arriba. Dejamos Serrano y por una calle estrecha, en la que casi hay que pararse para dar la curva, desembocamos en la Castellana. Comenzamos a subir y yo empiezo a notar que la carrera va más rápida que yo. Por cada corredor que adelanto a mi me adelantan 20. Estoy cansado y, aunque no tengo la sensación de ir lento, como me adelanta todo el mundo, pienso que no voy a cumplir el objetivo. Sigo subiendo Castellana y me voy acercando a mi casa. Conozco la zona y sé que todavía queda un buen trecho hasta llegar a Alberto Alcocer. A la altura del Bernabeu, un poco más adelante, me alcanza Alberto. Le digo que tire, pero me dice que él también va justo. Me comenta que estamos en tiempo de cumplir el objetivo. A partir de ahí hacemos la carrera juntos. 20 metros el adelante, o 20 metros atrás, pero prácticamente juntos. Al llegar a lo alto de Alberto Alcocer le comento que es la parte más alta de la carrera, que sólo nos queda bajada. Pero cuando dejamos Príncipe de Vergara para entrar en Serrano, veo que hay una cuesta que no recordaba. Llevo casi 7 kilómetros sufriendo por intentar no bajar el ritmo y tengo la sensación de que no llego. Aprieto los dientes y cojo a Alberto, que en este tramo se había adelantado. Cuando llego a su altura me anima. En adelante todo es cuesta abajo. Me dejo llevar y rápidamente llegamos a la plaza de la República Argentina y ya sólo quedan unos pocos metros. Cuando llegamos al Consejo veo a María José, con la cámara, esperando a que pasemos. Veo el reloj al fondo y no me lo creo. 47,10. Hay que acelerar para intentar hacer el mejor tiempo. Esprinto en un último esfuerzo y Alberto y yo llegamos juntos. Calculo que en tiempo bruto entre 47.20 y 47.30. Esperemos a los tiempos oficiales. Cuando llegamos yo no puedo ni hablar. Necesito unos segundos para recuperarme, mientras avanzamos hacia los puestos a dejar el chip. Poco a poco recuperamos y nos vamos a buscar a María José. Yo estoy tan contento como cansado.
Y el próximo fin de semana, quedada trotona.