Llegamos en metro a eso de las 17,00 horas. Nos acompañan María José y Alberto Junior, de inestimable ayuda, tanto de ánimo como de intendencia. Vaciamos la vejiga en las cabinas de la organización, nos hidratamos (¡demasiado!) y volvemos a vaciarla en el Vips porque ya es imposible hacerlo donde antes. Calentamos por el Paseo de la Habana entre cientos de corredores verdes y finalmente dejamos atrás a la masa para dirigirnos a los cajones de salida destinados a la élite. Mostramos orgullosos nuestra pulsera-llave al cancerbero que guarda el acceso a los puestos de privilegio y nos colocamos a los pies del estado Santiago Bernabeu. Miramos hacía atrás y una cinta con personal del staf nos separa de los corredores con marcas inferiores que no dan derecho a nuestro exclusivo sitio.
Dan la salida, como en otras ocasiones con la música de fondo de Rocky, y empiezo a tirar incluso antes de empezar a subir Concha Espina. Llevo en mi mano la tabla con los tiempos que debo ir marcando kilómetro a kilómetro. El primero cumplo con sorpresa el tiempo, que aunque no muy ambicioso si lo era en realidad por la cantidad de corredores que suponía me impedirían avanzar.
Estoy alucinado, kilómetro tras kilómetro voy ganando tiempo con respecto a lo programado, voy como una moto y me siento muy bien. La animación del público es increíble, hasta en la calle Serrano hay gente aplaudiendo y gritando. Llego al kilómetro 5, cerca del museo del Prado con más de un minuto de adelanto sobre lo previsto. Me alcanza Trotón Al, al que suponía que iba detrás mío pero que luego me comentó que me perdió de vista al tomar la curva de entrada a Serrano.
Durante el kilómetro 6 y 7 consigo mantener el minuto de ventaja y pienso que voy a hacer un tiempazo, me siento más cansado pero las miles de personas que abarrotan la Avenida de Barcelona me llevan en volandas. Comienza la cuesta de la Avenida de la Albufera, ya me cuesta trabajo seguir a Trotón Al y al llegar al km 8 la ventaja se ha reducido a 40', sigo pensando que es posible llegar en torno al minuto 53.
Empiezan a fallarme las fuerzas y el kilómetro 9 ya he perdido toda el tiempo ganado, hago 48'10" en lugar de los 47'55".
Kilómetro 10, me hundo definitivamente, ni los ánimos de Trotón Al, que corría junto a mí (cosa que le agradezco enormemente porque me podía haber dejado atrás en la cuesta de la Albufera) consiguen que mantenga el ritmo. 200 metros a la meta y se me antoja una distancia enorme, voy arrastrándome, no consigo ni esprintar como hago en otras ocasiones, Trotón Al me ofrece la mano y finalmente entramos juntos, 54'12", ¡rayos ! sigo sin ver el 53'.
Azahara nos ve entrar en meta, nos grita pero no consigo oírla. Dejamos el chip, cogemos líquidos y un plátano y nos encaminamos al punto G de encuentro. Nos reunimos con ella y me cuenta que llevaba una cara de pena al entrar en meta. Volvemos a casa tremendamente satisfechos, felices y con un objetivo para la San Silvestre 2009, salir por debajo de 50'.
Un abrazo.
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